¿Qué debe y que no debe hacer el accionista de una empresa?
El equipo técnico del Área de Empresa de CREA evaluó cuales son la responsabilidades de los accionistas en las empresas agropecuarias familiares.
“En algunos casos se considera que ser socio se limita a ser dueño de un patrimonio, o bien mantenerlo en la sociedad que se heredó, pero sin opinar sobre las decisiones trascendentales que toma quien administra la empresa. Esto no debería ser así”, explica Juan Marcos Olivero Vila, técnico del Área de Empresa de CREA.
Los derechos de los accionistas son los siguientes: derecho de voz (dar su opinión) y de voto (manifestación de su voluntad); aprobar la gestión anterior (balance, estado de resultados, etcétera); nombrar y remover al directorio (en quienes se delega la responsabilidad) y establecer su remuneración; decidir el destino de las utilidades de la empresa, es decir, cuánto se distribuye y cuánto se reinvierte; aprobar aumentos o reducciones de capital de la sociedad; responder solamente por el capital suscripto por la sociedad (lo que implica que las deudas exigibles recaen solamente sobre el capital de la sociedad y no sobre el patrimonio personal de los socios); aprobar el plan de negocios y el presupuesto del ejercicio siguiente; y en caso de querer retirarse de la sociedad, poder disponer de la parte proporcional de la propiedad.
En cuanto a las obligaciones, integrar el aporte de capital de la sociedad (al momento de formarse); soportar las pérdidas económicas que puedan generarse; obrar con lealtad hacia la sociedad; denunciar intereses contrarios a los socios; y responder por todos los actos de la sociedad, incluso aquellos sucedidos con anterioridad al ingreso como accionista.
“Si bien las obligaciones y derechos pueden parecer fáciles de entender, no es habitual que se cumplan de manera efectiva en las empresas”, explica Juan Marcos. “A veces ocurre que los accionistas delegan la responsabilidad en el director o directorio y no tienen los conocimientos o aptitudes necesarios para evaluar las decisiones tomadas. Por eso es importante capacitarse para ser un buen accionista, además de formar con anticipación a los accionistas potenciales para que la empresa sea sostenible”, añade.
El rol del accionista requiere contar con una formación adecuada, para –por ejemplo– poder interpretar balances, evaluar presupuestos financieros y analizar criterios de asignación de recursos, además de conocer la dinámica, el potencial, la renta y el riesgo propio de los negocios en los cuales se desenvuelve la sociedad. Además, es necesario tener o adquirir habilidades para mantener una comunicación y una negociación efectivas, para lograr acuerdos y consensos.
“Un accionista no formado puede exigirle a la empresa más de lo que puede generar efectivamente con los negocios que realiza o tomar ciertas decisiones que, por un temor derivado del desconocimiento, la limiten en su crecimiento”, argumenta Juan Marcos.
“Por otra parte, un accionista formado puede solicitar que se profundice en la información o en la evaluación presentada por el directorio. Eventualmente, si proviene de otro sector económico, puede aportar su mirada sobre el estado y perspectivas de la sociedad. Cualquiera sea el caso, a todos –sean integrantes actuales o potenciales de la sociedad– conviene que los accionistas estén debidamente capacitados para ejercer sus funciones como tales”, apunta el técnico CREA.
“Así como el directorio constituye una instancia de seguimiento y control de la gerencia, los accionistas deben cumplir la misma función con el directorio, porque si eso no sucede, lo usual es que el directorio asuma todas las decisiones que, en realidad, les corresponden a los accionistas”, agrega Juan Marcos.
Ese control no siempre resulta sencillo en las empresas familiares, donde los vínculos y las emociones pueden confundirse con las responsabilidades. “Todos deben tener claro cuáles son las atribuciones que les corresponden tanto a los accionistas como a los directores y gerentes, cumpliendo responsablemente con las funciones que les son propias, sin interferir en el rol de los demás. De esta manera se evitan roces y complicaciones, que si generan un efecto acumulativo en el tiempo, pueden derivar en conflictos que pueden ser irreversibles cuando los vínculos se ven afectados”, concluye.
La nota completa forma parte de la edición de enero de la Revista CREA